martes, 15 de mayo de 2012

Afición maltratada (por Sergio Elías Gtz)


Por Sergio Elías Gutiérrez
Editorial publicado en El Norte
15 de Mayo, 2012

En futbol, Monterrey y Torreón se disputan el honor de ser considerada la mejor afición de México. Al menos eso se repite cada semana en las trasmisiones por televisión y radio de los partidos.

En ambos casos, esa afición es maltratada por las directivas de ambos equipos.

Santos y Rayados son patrocinados por empresas, Modelo y Heineken-Cuauhtémoc, que se disputan el mercado de venta de cerveza. Ambas son empresas globales con un volumen considerable de ventas y de utilidades. El patrocinio del futbol les asegura amplia presencia entre los aficionados a ese deporte.

En el País suman millones las personas que semana a semana siguen las peripecias de los nuevos héroes, que son los futbolistas. Monterrey no es la excepción.

Veamos en qué consiste este fenómeno social. En una población cercana a los 4 millones de habitantes, sólo 35 mil, menos del 1 por ciento, tienen acceso al estadio. Se trata, por supuesto, de aficionados que pueden adquirir los boletos o los abonos de temporada, que compiten con los de Torreón por la dudosa distinción de ser los más caros del País.

El resto de "seguidores" de los equipos locales, Tigres y Rayados, no tiene oportunidad de ver, ni por la tele, por ser ésta de la llamada señal restringida, los partidos como local de los equipos de sus amores.

Dicen "ganamos" o "perdimos" como si fuesen parte de este fenómeno. La gran mayoría de los aficionados se conforma con saber el lugar que "su" equipo ocupa en la tabla de posiciones, pero no accede a ver los juegos por lo caro de la asistencia al estadio, o el costo de abrir la señal de televisión para verlo, sea en su casa o en lugares de consumo.

Los publicistas de las televisoras han tenido éxito en hacer del futbol un espectáculo de masas al que éstas no pueden acceder. Salvo en la Ciudad de México, donde los partidos locales se transmiten por la televisión abierta, en el resto del País el aficionado no tiene la oportunidad de ver a sus héroes deportivos en casa.

Eso no impide que buena parte de la afición gaste en adquirir playeras con el número de su jugador favorito. Los días del juego las portan con el orgullo de quienes son adherentes a una causa, ésta deportiva, pero no por eso menos importante.

Hay en este fenómeno una injusticia. Reservar el disfrute de los partidos para quienes pueden pagar los altos precios de los boletos es una grave discriminación de los consumidores. Para fortuna de los miles de aficionados, esta final será transmitida por señal abierta, y eso porque se juega en Torreón.

La mayoría de la población, sobre todo los jóvenes pobres, no conocerá nunca el nuevo estadio de los Rayados, no obstante que el Gobierno que cedió el terreno público y la Alcaldesa que otorgó el permiso para su construcción, dijeron que sería para un beneficio social.

En su libro "La Civilización del Espectáculo", Mario Vargas Llosa critica la situación de la "cultura" en el mundo actual. Más que reseña, la obra parece un lamento ante la escasa atención que merece la cultura en nuestros días.

En la sociedad actual, dice el escritor, "las estrellas de la televisión y los grandes futbolistas ejercen sobre las costumbres, los gustos y las modas la influencia que antes tenían los profesores, los pensadores y (antes todavía) los teólogos".

Añade que en la antigua Grecia, el "cultivo del cuerpo era simultáneo del cultivo del espíritu, pues ambos se enriquecían mutuamente". Ahora, la práctica de los deportes "se hace a expensas y en lugar del trabajo intelectual".

Desgraciadamente, en nuestro medio ni eso es cierto. Aquí no se practica el deporte porque carecemos de espacios públicos para ello. Los jóvenes pobres no acceden a los espacios deportivos porque en su mayoría fueron privatizados. No hay espacio para la recreación ni para la práctica de algún deporte que no sea el televisivo.

En descargo de su conciencia, las televisoras lanzaron una campaña para combatir la obesidad infantil que el sedentarismo y la comida chatarra provocan. Instan a la práctica de algún deporte, como si existieran lugares para ello.

Éste no es un alegato contra el futbol, sino contra la imposibilidad de que la mayoría de la población lo practique y no se quede en la compra de una playera cara y en el festejo de los resultados bajo el influjo de la mexicana alegría.


sergioeg@infosel.net.mx

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