Ignoramos que La Pastora es nuestra
9 Agosto 2011 |
Stephanie Carvayo
Monterrey.- Los más apasionados gritamos clemencia por la vida amenazada desde hace ya más de dos años. Quien aún recuerda las clases de biología en primaria, sabe que la vida abarca más que la reproducción humana, que incluye y depende de todo ser vivo, de la flora y el resto de los animales.
Algunos seguimos recordando que toda vida es sagrada. Otros podemos vislumbrar la atrocidad que significa privatizar un área pública y ponerla al servicio de empresas monstruo-millonarias. Este punto tampoco es comprendido con el valor que se debiera. Estamos tan acostumbrados a que nada nos pertenece, que entregamos a ciegas recursos indispensables para nuestra supervivencia. Hemos carecido de todo derecho público, que desconocemos la libertad. No podemos sufrir los despojos de algo que ignoramos nos pertenece.
La mayoría regiomontana no ubica la banqueta y sus calles como propias, más allá de percibirlas como un espacio de estacionamiento, un lugar de encuentro y tejido social de suma importancia. Un espacio para el disfrute. Subestimamos el valor de un parque.
Al declarar el límite de lo único propio, nos encerramos en nuestras casas, perdiendo el valor de todo lo que está fuera, y que es nuestro. Aprendemos que la única manera de disfrutar un espacio cualquiera, es pagando renta por tu entretenimiento, cuotas a dueños ficticios de nuestras vidas.
De esta manera, al pueblo que ignora la riqueza que le pertenece, le arrebatan 24 hectáreas del último bosque urbano, el Bosque La Pastora, que contra todo esfuerzo mediático por las empresas y a pesar de la negligencia deliberada de las autoridades, sigue siendo el único espacio dentro de la marcha urbana donde habitan cientos de especies de flora y fauna, albergando incluso 8 especies en estatus de protección.
El basurero al que aluden incesantemente existe sólo en la fantasía de quienes anhelan hacer uso de un espacio lleno de vida. Jamás ha sido siquiera desmentida la locación, que ha hecho creer que sería en un espacio desocupado, arrastrando a la sociedad a eximir culpas creyendo que no habrá pérdida arbórea. Todo falso.
Sin embargo, la burla alcanza su clímax al ser aprobados los estudios de Impacto Ambiental para la construcción de un estadio en el Bosque La Pastora por la Semarnat, dependencia que reza proteger el medio ambiente y los recursos naturales. Aun en la paradoja de su ser y actuar, no termina el atropello.
Lo atroz del acto es tal, que no para en la gravedad del crimen ambiental, sino que pisotea un sinfín de procedimientos legales de carácter constitucional y de tratados internacionales. Esta decisión de la Semarnat por proteger los intereses privados y políticos ante su propio objetivo de ser, reproduce un sistema de gobierno que ensancha la democracia a una palabra hueca, disecada, y a la ciudadanía toda (desde empleados hasta empleadores) en peones de un juego ajeno, en el que nunca ganamos.
En Monterrey, la tierra industrial, se rebaja a las personas a máquinas de consumo, desechando la dignidad de cada uno, merecedores de tratos justos, con derechos humanos a otros niveles de calidad de vida.
Podríamos pensar que ante semejantes despojos y violaciones a lo que debieran ser nuestras garantías, lo único que nos pertenece es nuestra propia vida.
Esta única e invaluable posesión (nuestra vida), se encuentra ahora bajo amenazas de arrebato en los tiempos de mayor violencia histórica que Nuevo León haya tenido.
En el caos, no nos hemos querido dar cuenta que la violencia que nos lastima, la repetimos innumerables veces contra lo que nos rodea. Gritamos “no más sangre”, mientras talamos los últimos espacios con vida natural que quedan. Exigimos paz, mientras seguimos violentando a todo ser vivo que nos resulte un recurso material y económico. Le ponemos precio a la vida.
Simpatizar con La Pastora, no es ni ha sido un tema de futbol ni de sus equipos. Quienes se han declarado defensores, piden también la construcción de un nuevo estadio que también arrojaría una derrama económica, de generación de empleos, atracción turística… en otro lado, donde no comprometa la riqueza ambiental que representa este bosque. Propuestas ha habido muchas.
Defender La Pastora es, en este momento, un acto obligado de conciencia humana, una petición de paz, una celebración a la vida.
scarvayo@gmail.com
http://15diario.com.mx/15diario/11/08/110809/9carvayo.html
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