Justo al mes de presentada la solicitud para la autorización del impacto ambiental del proyecto del Estadio de los Rayados del Monterrey en La Pastora, Municipio de Guadalupe, la Semarnat resolvió el pasado 15 de marzo del 2011, desechar el trámite y archivar el expediente respectivo como asunto totalmente concluido para los efectos legales a que haya lugar.
La resolución notificada al Fideicomiso Empresarial promovente al servicio de Femsa, señala que la razón del desechamiento es por que ésta, no dio cabal cumplimiento al considerando III del mismo oficio y al carácter previo que le otorga la LGEEPA a la evaluación del impacto ambiental. ¡Zas! ¿No que estaba destrabado desde arriba?
Las razones descritas en el citado considerando, por las que el promovente fue prevenido, además de imposible atención, son de carcajada. Casi no se pueden creer. Aún admitiendo que Nuevo León y su pujante empresa no escapan al tercer mundo, el error cometido carece de justificación aunque se tratara de un asunto menor, lo que no es el caso. No obstante, la pifia tiene explicación.
Resulta que el predio en el que se tendría que construir el Estadio, en el caso remoto de que se autorizara, conforme a la documentación exhibida, se ubica en Cadereyta de Jimenez a 23 kilómetros de La Pastora, ubicada en Guadalupe Nuevo León. Si, leyó usted bien. Las coordenadas del predio descrito en la solicitud y en la documentación de apoyo, se refieren a otro distante lugar. Que papelón. ¿Que dice la gran empresa que contrató servicios profesionales de tercera? ¿Y la alcaldesa que se anticipó a aprobar el proyecto con dispensa de trámite, que opina?
El delicado asunto está peor, porque el error, producto de una impostura de representación divorciada del interés general, proviene del Decreto que el Congreso del Estado vergonzosamente aprobó y publicó, para permitir que el generoso Ejecutivo Estatal cediera a Femsa las casi 25 hectáreas del predio, durante 60 años prorrogables, para hacer su Estadio - cantina. ¿Que dicen ahora los obsequiosos diputados? ¿Qué opina la sometida y callada clase política estatal? Y ¿que pensará el Ejecutivo que concesionó un predio distinto al que comprometió su antecesor?
Nos queda claro. Todo ocurrió, primero que nada, por los desaseos y descuidos de nuestros gobernantes y por la precipitación a que conduce el desvío de poder seguida de la prepotencia y altanería de un grupo empresarial acostumbrado a obtener lo que pide, sólo porque se trata de él.
La arrogancia del poder fáctico que actúa creyendo que no tiene requisitos legales o burocráticos que satisfacer y, la ineptitud de los funcionarios públicos estatales - ese perverso maridaje del dinero y la política – salvó de sus nefastas intenciones, a La Pastora. Paradoja de la ilegalidad, que nos trae un beneficio social.
Claro está que en la intentona de despojo, se han cometido más errores, tanto de fondo como de procedimiento, pero el Colectivo Ciudadano en Defensa de la Pastora, los tiene reservados para hacerlos valer en su oportunidad, si hace falta. Esperamos que no. Desistir, conduce a la necesaria reconciliación para la reconstrucción que anhela Nuevo León.
Mientras tanto, sí al Estadio, pero en otro lado.
claudiotapia@prodigy.net,mx
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