Por Luis Manuel Garza
EL NORTE / Editoriales
(23 marzo 2011).- José Antonio "El Diablo" Fernández debe estar echando lumbre y haciéndole honor a su apodo, con eso de que la Semarnat le negó al consorcio que preside el permiso para el nuevo estadio en La Pastora.
Y con justa razón, pues las imprecisiones del decreto en el cual se concesiona esa área, si bien son salvables, constituirán una herramienta jurídica para los vecinos y colindantes del inmueble, cuando promuevan juicios de amparo contra el futuro e inminente cambio de uso de suelo.
Todo eso, a menos que se inicie nuevamente el procedimiento y se identifique con toda precisión la ubicación del inmueble, lo cual retrasaría más la obra.
Malo el cuento por donde se vea para los promotores del nuevo estadio, quienes, en el pecado de ignorar a la ciudadanía, están llevando la penitencia.
El proyecto es un negocio que traerá derrama económica, generación de empleo y esparcimiento para un sector de la población. Todo eso es plausible y se vale pelear por apoyos gubernamentales.
Pero no es un asunto de utilidad pública.
Si lo fuese, el Estado tendría justificación para expropiar un bien inmueble (tal vez de Heineken-Femsa) y ahora sí darlo en comodato por el tiempo que quieran a particulares para hacer la obra y explotarla.
No es por ahí.
Analizando la historia del Cowboys Stadium, encontramos que, en una consulta pública, la población de Arlington, Texas, votó a favor del incremento de impuestos al consumo para apoyar el proyecto.
Igualmente, la ciudadanía aprobó aumentar tributos a la ocupación hotelera y renta de autos, logrando reunir la cantidad de 325 millones de dólares de fondos públicos para el proyecto, lo cual representó cerca de la tercera parte del costo total de la obra.
Ese hecho nos indica el nivel de importancia que tiene la construcción de ese estadio para los vecinos del lugar. Esto, como consecuencia de haber realizado un proyecto atractivo, el cual se vendió correctamente.
Quienes tuvieron oportunidad de asistir al Súper Tazón XLV en ese estadio, hablan de vialidad fluida y estacionamiento suficiente. Desde su inicio hasta la fecha, ha sido un proyecto exitoso.
Todo lo contrario sucede en el caso del estadio en La Pastora, en donde no se tomó en cuenta a los vecinos, el Estado proporcionó un inmueble cuya vocación es la de reserva ecológica y la vialidad está colapsada.
Además, si algo falta en nuestra Ciudad son espacios gratuitos para esparcimiento y deporte, que tanto necesitan los jóvenes para mantenerse alejados de las pandillas, que son la antesala para ingresar a las filas de la delincuencia organizada.
Un proyecto integral en La Pastora, en el que se salve el tema ecológico mediante una solución ingeniosa, se patrocinen canchas de soccer sin costo en diferentes puntos clave del Estado y un plan para adecuar la vialidad del área, sería mejor recibido por la comunidad.
Incluyamos el fenómeno de la inseguridad en todas las decisiones importantes, como la del nuevo estadio y pensemos a futuro.
La paz no va a recuperarse sólo a balazos, pues, por cada sicario muerto, hay varios en la lista de espera para suplirlo. Es necesario también atender los profundos problemas sociales que padecemos, empezando por combatir la marginación y exclusión de millones de jóvenes.
Si el proyecto del estadio en La Pastora estuviese acompañado de programas de apoyo en los cuales fungieran como beneficiarios todos aquellos incapaces de pagar el más barato de los boletos de entrada, el escenario sería diferente.
Los directivos del consorcio cervecero deben aceptar que han contado con pésimos asesores políticos, mediáticos, ecológicos y urbanísticos. Los estrategas han brillado por su ausencia. De otra forma, no estarían atorados en un proyecto de tal magnitud.
Bien harían rectificando el rumbo.
lugarza@lmgabogados.com
Fecha de publicación: 23 marzo 2011
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