Héctor Franco Sáenz
22 de marzo 2011
15diario.com
Cuando no hay más esperanzas y ante la crisis que viven las instituciones, no hay otra que recurrir a los designios divinos para, entre la resignación y la esperanza, llegar a pensar como decían nuestros ancestros que “Dios sabe por qué hace las cosas”
Tal pareciera esa es la razón, si así se le puede llamar, de lo que pasó con la negativa para autorizar la instalación de un estadio en “La Pastora” por parte de la SEMARNAT, con el argumento de que lo solicitado, no corresponde con los datos ofrecidos por parte de todas las instancias, que por lo pronto, quizás cegados por la ambición de los recursos de por medio, reprobaron en sus oficiosas gestiones, como los diputados que se vieron más interesados que los propios empresarios y que nunca explicaron las razones de su especial interés en el asunto.
Racionalmente y desde muy diversos puntos de vista, sigue siendo inexplicable la ejecución de este proyecto, a no ser por las corrientes de agua del subsuelo para la cervecera extranjera y otra razón es la que se infiere de que “a quien dan pan que llore”, sin importar el daño que a la ecología se hace al desaparecer, como está sucediendo, la única área verde al oriente del área metropolitana por donde entran aires limpios, dado que el “Cañón del Huajuco”, que fuera área protegida, se ha convertido en un enorme fraccionamiento.
También, quizá otro de los motivos que condujeron a exhibir no sólo el nivel de nuestros representantes sino también de los empresarios, puede deberse a que “a lo dado no se le busca lado”, aparte de que el resultado de sus “gestiones” son una muestra de lo “minucioso, detenido y responsable” de su trabajo, lo que de paso transparenta lo perjudicial que es actuar bajo la “cultura de la línea” y que nos hace pensar acerca de cuántas cosas como éstas se habrán hecho y que no nos hemos dado cuenta.
Buscar un “chivo expiatorio” es lo frecuente cuando se descubre algo indebido, como ya se dio en este caso, por lo que los diputados deberían aprovechar “el error” que ubica la construcción en Cadereyta para reivindicarse ante la población, para que el próximo año que es de elecciones, los electores los vean con aprecio por haberse convertidos en los “Guardianes de la Pastora”, aunque sea por error, y no aparecer en promocionales panorámicos como depredadores de la naturaleza.
De paso, el H. Congreso debería aprovechar para hacer un ajuste entre los responsables de las Comisiones Legislativas y ubicar en las mismas a personas que conozcan del ramo y se asesoren de especialistas reconocidos, y no como hasta ahora sucede que abogados o licenciados sin experiencia profesional, se encarguen del desarrollo urbano, área en la que no cuentan con ninguna autoridad.
Las dudas y la desconfianza, seguirán estando presentes en este asunto, porque resulta inconcebible cómo, con todos los graves problemas de tráfico con que cuenta esa zona del área metropolitana, se insista en hacer el estadio en ese lugar, argumentando, como lo más “acabado” en boca de su alcaldesa, que se van a construir más y nuevas vialidades, cuando todo mundo sabe que lo más escaso, son recursos económicos suficientes por la crisis financiera por la que pasa el Estado.
Ojalá la razón ilumine a los involucrados en este asunto, y tomen en cuenta que en otros lugares del mundo, se construyen este tipo de instalaciones en lugares que se pretende desarrollar, generalmente en las afueras de la ciudad. Así sucedió en Monterrey cuando se hizo la “Exposición Regional Ganadera”, alrededor de 1948, se hizo en las afueras, en Guadalupe, lugar semi-rural que contaba con poca población.
Por eso, en la mejor buena fe, creemos que el “duende” geo-referencial no está mal, y la mejor ubicación para el Estadio sería en Cadereyta, como apareció en el proyecto, lo cual serviría, por un lado para rescatar esa zona de la delincuencia y además desarrollarla urbanísticamente; por lo pronto ya cuenta con vías rápidas para todos los rumbos del Estado y lugares circunvecinos y a escasas horas de la frontera.
Otra de las opciones utilizadas por los desarrolladores urbanos es la recuperación de áreas que el propio crecimiento citadino ha dejado marginadas; Monterrey las tiene con suficiencia y reclaman regeneración, como es el área del Mercado del Norte, hoy “nido” de la delincuencia, vecina de otra área por rescatar, como la ubicada donde estuvo el “Parque Cuauhtémoc”, opciones que se suman a la de los patios del ferrocarril que ya ha sido propuesta.
De todas formas resulta un tanto extraño, que estas opciones no se consideren ni las “vean” los diputados, siendo que son áreas céntricas y muy bien comunicadas, contiguas a la misma cervecería, a lo mejor no las toman en cuenta porque abría que pagar por ellas y en cambio, “La Pastora” la regalan. Ejemplo importante de primer mundo de este tipo es el nuevo “Yankee Stadium”, el cual se construyó al lado del antiguo parque, en la propia área del Bronx.
En fin, ojalá la razón no le sea negada a quienes toman decisiones; que usen el GPS con que ya cuentan la mayoría de los celulares o entren a Google Earth, es gratuito, y tomen en cuenta que como opción Cadereyta no está mal. Es la oportunidad de sacar provecho de los errores, método científico muy utilizado en los albores de la ciencia: el ensayo y error.
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